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A menudo nos preguntamos cuál es la diferencia entre la piel de los niños y la de los adultos. En primer lugar, es necesario recordar que la piel, al ser un órgano vivo, está inevitablemente sujeta a cambios debido al aumento de edad de una persona.
Pero, ¿cuáles son estas principales diferencias y qué aspectos hay que tener en cuenta para cada una de ellas?
En primer lugar, la piel de los niños se caracteriza por ser un 20-30% más delgada que la de los adultos, de hecho, aunque tenga la misma cantidad de capas, ellas suelen ser más delgadas y esto hace que la piel sea mucho más delicada.
Esta diferencia es importante ya que establece algunas características típicas de la piel de los niños, que incluyen:
*La sensibilidad a los rayos UV aumenta si consideramos que los niños, además de tener una piel mucho más delicada, también tienen baja pigmentación.
A partir de la adolescencia, los cambios causados por las hormonas pueden generar cambios notables en la piel, como la mayor producción de sebo que puede conducir a la piel grasa y, en consecuencia, al acné.
A partir de los 25 años, comienzan a aparecer los primeros signos de envejecimiento, generalmente identificables con las primeras líneas finas, mientras que a los 30 años, la piel comienza su proceso de debilitamiento con algunas consecuencias evidentes como:
Inevitablemente, este proceso de envejecimiento conduce a un "deterioro" cada vez más evidente de la piel entre los 40 y 50 años, como un aumento evidente de la sequedad de la piel, pérdida de elasticidad, aparición de manchas y arrugas que son mucho más evidentes.