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Justo durante la próxima madrugada, se producirá el tan debatido retraso del reloj para adoptar el horario de invierno. Cuando sean las tres, pasarán a ser las dos, por lo que tendremos 60 minutos más para dormir.
El cambio de horario tiene como objetivo maximizar la exposición al sol durante las horas en que la población está despierta y activa. Amanecerá y anochecerá 1 hora antes. En este sentido el SES (Sociedad Española del Sueño) lo tiene claro:
“El horario de invierno es más saludable porque promueve un ritmo biológico más estable que el del verano. Por lo tanto, contribuye a mejorar el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de diversas enfermedades como las cardiovasculares, obesidad, insomnio y depresión”.
De esta forma, durante este año, en Europa se ha debatido mucho sobre si hay que eliminar definitivamente estos cambios 2 veces al año. Y si ese es el caso, cuál sería el horario que deberíamos adoptar, ¿el de verano o el de invierno? Sin embargo, estos debates no han fructificado, de momento. No hay una posición común entre los países de la UE, y concretamente en España, los expertos del gobierno no se ponen de acuerdo en este asunto.
Otro factor a destacar es que España adoptó el huso horario de Europa Central y no el que geográficamente le correspondería, que es el de Reino Unido y Portugal. Así que, si tenemos en cuenta que lo mejor para la salud es seguir nuestro ritmo circadiano, con las horas de luz solar, lo mejor sería regresar al horario de las Islas Canarias.
Como hemos comentado, el cambio de hora de otoño-invierno muestra menores consecuencias en nosotros que el cambio de horario de primavera-verano. Aún así, tenemos comprobado que estas variaciones se asemejan a una especie de “jet lag”, ya que nos cuesta unos días acostumbrarnos a este nuevo ritmo de vida.
Entre los efectos de adelantar o retrasar nuestro reloj encontramos:
Es cierto que estos efectos cobran mayor peso en algunos colectivos en concreto. En concreto, destacamos a los niños (sobretodo en edad temprana), a mujeres en fase de maternidad, ancianos y personas que ya sufrían previamente trastornos del sueño (insomnio, narcolepsia, apneas…).
Tenemos comprobado que a cada persona le afecta de una forma distinta los dos cambios de hora que vivimos al año. Ser consciente de sus efectos hará más fácil saber adaptarse a ellos. Y a ti, ¿te vendrá bien esa horita de más en la cama?